Consiste en un breve poema en el que se enfatiza el descuido humano con respecto al progreso y lo que éste puede implicar. ¡Gracias por molestarte en leerlo!
Erase una vez una ciudad,
Pero no una cualquiera,
Una hermosa, una preciosa.
Una belleza caracteristica,
Resplandecia por el lugar,
Y no habia rescoldo,
Que deshalentaba a mirar.
Pero habitantes ávaros y perversos no se conformaron,
Con lo que ellos pensaron,
Que eran sus defectos,
Pues ¿dónde estaban los lujos?
Era poco más que un pueblo,
Alejado de la idea de metropolis que sus vecinos adoptaron,
El no saber valorar lo bueno,
Cúanto daño a causado
Pues en mera cuestión de decenas de años,
Cualquier resquicio que recordase a lo que fue una vez un pueblo,
Entre las olas del tiempo se había desecho
La corrupción humana corroió,
Hasta su propia creación,
Vendados por el progreso,
Pero ¿qué progreso?
Obeliscos cristalinos acongojan al cielo con su lanza,
Un laberinto de pancartas y tablones,
De todo tipo de sabor y colores,
Mas cubierto de un frio y grisaceo velo
Muriendo se hallaba,
El culmen del progreso,
El arbol más cercano a docenas de kilometros se hallaba,
Tan ideal vender oxigeno en latas…
Javier Andrés García Martínez
1º Bachiller
IES Juan de la Cierva y Codorníu (Totana, Murcia)